Al hablar de talento la primera idea que nos viene a la mente es un dote extraordinario para hacer algo: tocar un instrumento musical, ejecutar operaciones matemáticas complejas, manejar con facilidad los ordenadores (hacker) o jugar al tenis mejor que nadie. Pensamos en los grandes deportistas o personas que han tocado la cima del arte.
He querido destacar la palabra hacer porque es precisamente la que diferencia el talento de la potencialidad. La acción es la vía de expresión del talento y lo que no se lleva al hacer se queda en mera potencialidad.
Sin embargo, la verdadera definición de talento tiene mucho más que ver con aquello que se da de manera tan natural en una persona que, en muchas ocasiones, la propia persona no le da importancia o no lo reconoce como tal. A veces coincidirá con una capacidad especial o por encima de la media, pero en la mayoría de los casos no. El talento humano sigue una distribución normal.
¿Con talento se nace o se hace? ¿Es más importante disponer de talento o esforzarse mucho?
Hace unos días, a raíz de una conferencia que desde think&action habíamos organizado para uno de nuestros clientes del sector alimentación, una importante multinacional, con Fernando Botella y Toni Nadal, preguntaba a mi red de LinkedIn qué opinaban sobre el talento y el esfuerzo. Si para ellos era más importante tener talento o esforzarse mucho. Un resumen de las ideas que se compartieron es el siguiente y va muy en línea con lo que Toni Nadal, que con su modelo de entrenamiento y valores llevó a su sobrino Rafa a los primeros puestos del tenis mundial, defendió:
Trabajo duro, perseverancia, actitud, preparación para la dificultad, resistencia, pasión, aprendizaje continuo…
Precisamente de esto nos habló Toni. Para él, el talento es la capacidad de aprender. Se puede partir de menor talento inicial, pero con esfuerzo y voluntad lograr el mismo éxito o los mismos resultados que el que parte de un mayor talento inicial.
Se trata de «jugar cada punto como si fuera el último», dar lo máximo y hacer lo posible por seguir avanzando. Porque la mejora siempre es posible, y siempre es necesaria. Los que triunfan son los que están dispuestos a darse más oportunidades, a intentarlo una y otra vez… Redoblando esfuerzos. Con confianza en que las cosas van a ir bien. «Porque no seré lo suficientemente bueno, pero lo voy a ser».
La inteligencia y el talento no son estáticos. Se pueden entrenar. Se ensanchan. Se hacen crecer. Está claro que partir de mucho talento inicial te va a facilitar las cosas. Pero sin trabajo duro, sin esfuerzo mantenido en el tiempo y sin disciplina y pasión no se llega al éxito. ¿Cuántas personas talentosas habrán derrochado su talento por no poner atención, esfuerzo, energía? ¿Cuántas personas no habrán llegado todo lo que lejos que podrían haber llegar por falta de entrenamiento y determinación?
Como dice Fernando Botella en su último libro, ¿Cómo entrenar la mente? Y aprender de forma exponencial (Editorial Alienta), quien no entrena llegará a ser un gran mediocre.
¡Dejemos pues de preguntarnos por la dicotomía talento o esfuerzo y pongamos nuestro talento en movimiento! Será la mayor garantía para llegar a ser nuestra mejor versión.
Y una cita de Kevin Durant que también compartieron y me encantó: «Hard work beats talent when talent fails to work hard». (Gracias a Javier Caldera por compartirla).
¡Que las ganas de aprender nos acompañen siempre!