CREATIVIDAD: La habilidad que permite la INNOVACIÓN

Innovar o morir” podría ser perfectamente el claim que mejor resume el mundo de los negocios de hoy. Es el “ser o no ser” de las empresas y sus profesionales.

En una era dominada por la digitalización y en la que tecnologías exponenciales como la IA elevan las posibilidades de las compañías, pero también las igualan debido a su fácil accesibilidad, muchas de las claves empresariales para diferenciarse siguen siendo humanas. En esos entornos «democratizados” por la tecnología, la capacidad de innovación es absolutamente esencial para generar impacto.

¿Cómo estimularla?

La formación en creatividad nos puede ayudar a conseguirlo.

Innovar significa hacer cosas que nunca se habían hecho antes o hacer las que ya se hacían de un modo diferente. En ambos casos, supone una ruptura más o menos violenta de los esquemas establecidos y adentrarse en nuevos territorios del pensamiento nunca antes explorados. Y ese nivel de “disrupción” no se logra simplemente aplicando las fórmulas estándar o dejando trabajar al algoritmo. Se requiere sacar la artillería pesada de la habilidad cognitivas humana que más nos diferencia como tal: la creatividad.

Pensar de forma creativa consiste en contemplar la realidad de forma desacostumbrada, romper con lo conocido y proyectar el futuro desde el presente. Implica traspasar los límites del conocimiento. Por esa razón es tan importante desarrollar esa capacidad en nuestros colaboradores y en nosotros mismos. He aquí algunas claves que nos ayudarán a formarnos en creatividad.

  • Crea un entorno de confianza. La creatividad solo germina en entornos en los que la persona se siente segura, respaldada y con “licencia para equivocarse” y tomar riesgos. En culturas organizacionales en las que se castiga el error es imposible que la creatividad se abra paso.

  • Entrena tu mente. Como todo en la vida, la creatividad también se entrena. Pensar de manera creativa consiste en generar múltiples alternativas ante un problema dado. Y esa capacidad multiplicadora de nuestras conexiones neuronales se incrementa y fluye mejor con la práctica.

  • Enfócate en el hacer… y (a veces) en el no hacer. La creatividad se inicia en la imaginación, pero se materializa en las manos y en la palabra. Las grandes ideas no sirven de mucho si no se plasman en bocetos, en prototipos y en proyectos. Hay que experimentar, errar, aprender, cambiar y rediseñar. Y, a veces, cuando nos encontramos bloqueados, hay que tomarse un descanso, dejar espacio para que las ideas vuelvan a encontrar su camino.

  • Utiliza la visualización. Y metodologías “agile”, así como las técnicas de visual thinking, design thinking  y catapult design, que actúan como catalizadores de la creatividad gracias al poder de las imágenes, la ideación y la construcción de planes que se puedan llevar a la acción. Estas técnicas te ayudan a que las ideas completen más rápidamente el siempre doloroso tránsito desde la conceptualización hasta la realidad tangible.

  • Y, por último, algo super importante, utiliza la técnica de las buenas preguntas. La curiosidad es el mejor aliado de la creatividad y la innovación. El arte de la pregunta nos acercará a dominar el mundo creativo, ya que en la pregunta anida todo los necesario para empezar a construir desde cero. Preguntas como “¿y sí…?”, ¿qué pasaría sí…?”, o “¿qué tiene esto que no tenga esto aquello?” son la chispa que puede hacer prender cualquier revolución creativa.