Claves para lanzar –con éxito– un startup al mercado

En muy pocos años, España ha pasado de ser un país en el que las máximas –y casi únicas– aspiraciones profesionales de un recién licenciado eran ser funcionario o conseguir un contrato indefinido en una multinacional a uno en el que muchos jóvenes profesionales se plantean también otro tipo de retos, como el convertirse en su propio jefe, es decir, el de lanzar su propio proyecto empresarial.

Ese paulatino cambio de mentalidad dice mucho del nivel de madurez de una generación que ya no se fija tanto en la seguridad como un factor prioritario a la hora de trazar su camino profesional, sino que pone por delante otros elementos, como la autorrealización, el deseo de generar un impacto en mercados plenamente establecidos gracias a la tecnología o la necesidad de innovar y dar rienda suelta a su creatividad.

Es un planteamiento sin duda ilusionante y también audaz, así como, en muchos caos, temerario. Y es que las estadísticas no son demasiado benévolas con las nuevas empresas. Solo una de cada diez logra sobrevivir después de la fatídica cifra de los tres años de vida.

Por esa razón, antes de lanzarse a la piscina del emprendimiento, conviene tener muy presentes una serie de elementos que pueden ayudar a ese proyecto recién nacido a dar sus primeros pasos sin estrellarse.

La idea no es suficiente

Uno de los errores más clásicos de los emprendedores es pensar que una gran idea es todo lo que necesitan para conseguir el éxito. Muchos nuevos empresarios se quedan tan enamorados de su propia genialidad que ignoran que ese germen prometedor es sólo el principio, y que hace falta dar muchos más pasos para sacar adelante un proyecto empresarial. De hecho, esa es la clave: el proyecto.

Emprender no es un juego en el que lo apostamos todo a una sola carta. Y aunque, inevitablemente, es una actividad que comporta un grado de riesgo, no debe convertirse en un salto al vacío con los ojos vendados; tiene que ser un riesgo hasta cierto punto controlado.

¿Cómo? Con un plan de negocio. Y es que esas ideas iniciales necesitan aterrizarse y convertirse en un proyecto con su presupuesto, sus recursos, sus fases, sus objetivos y su itinerario para alcanzarlos. Llevarlo a cabo no está en mano de todos los ideólogos emprendedores. Muchos de ellos necesitarán de acompañamiento a la hora de conseguir convertir esa idea en un plan para el negocio, convertir la idea, o intención, en hechos.

Propuesta de valor

Lo último que necesita un mercado saturado de ofertas y alternativas es otra ración de ‘más de lo mismo’. Así que, por muy buenos que creamos que son nuestra marca y nuestro producto o servicio, antes de lanzarnos a comercializarlos más vale que nos aseguremos de que son de algún modo únicos.

Diferenciarse de la competencia no solo es clave para ser competitivos, sino que es casi la única que razón justifica el esfuerzo de convertirse en empresario: aportar valor a la sociedad en forma de una solución que antes no existía o que, existiendo, estaba planteada de un modo muy diferente al nuestro.

Creatividad, imaginación y atrevimiento para salir de las líneas convencionales de pensamiento, son las herramientas con las que una joven compañía puede disrumpir un mercado consolidado o abrir caminos inexplorados para dar cobertura a nuevos problemas y necesidades.

Para ello, deberá realizar un ejercicio de autoconocimiento que le permita definir cuál es su propuesta de valor. El siguiente paso es averiguar si esa propuesta de valor puede ser algo apreciado por sus potenciales clientes, si sus competidores ya están haciendo algo parecido y analizar de qué manera podemos mejorar ‘lo malo, o bueno conocido’ con una oferta mejor, o al menos diferencial.

Convertir la idea en un plan que recoja la propuesta de valor, también requiere de acompañamiento cuando el emprendedor no está entrenado para ello; no suele ser tan fácil.

MVP

Un elemento crucial en las fases iniciales de todo proyecto empresarial es validar con el mercado que esa idea puede convertirse en un producto escalable y susceptible de generar demanda suficiente.

Para ello, la idea no puede quedarse en un papel, sino que deberá trasladarse a un MVP (Producto Mínimo Viable). Se trata de presentar ese prototipo o versión básica del producto o servicio que se quiere lanzar a posibles clientes y testar con ellos su posible interés y viabilidad.

Después de esas primeras impresiones, hay que seguir iterando e introduciendo modificaciones hasta lograr una fórmula que encuentre un grado de aceptación suficiente.

Recursos

Todo nuevo empresario debe realizar una estimación realista de los recursos que van a ser necesarios para poner en marcha su proyecto y mantenerlo en el tiempo. Ese cálculo deberá estar detallado en el plan de negocio y hacer referencia tanto a los recursos financieros como tecnológicos, humanos y, en general, a todos aquellos que puedan tener impacto en el futuro negocio. Además, ese plan deberá contemplar distintos escenarios y plazos (corto/medio/largo).

Respecto a la financiación, será importante tener clara la procedencia del dinero (¿recursos propios?, ¿créditos bancarios?, ¿capital riesgo?, ¿business angels?, ¿crowdfounding?, ¿subvenciones y premios?, ¿friends, family and fools?, ¿una combinación de varias de estas fuentes?).

En cualquier caso, es vital que la startup vigile su grado de endeudamiento, ya que es uno de los elementos que más puede amenazar la estabilidad del proyecto. Y que, aunque en su plan haya una fase de rondas de financiación externa, especialmente, en el arranque, tenga siempre a la vista el punto de breakeven en el que sea el propio negocio y las ventas las que sostengan el proyecto.

Tecnología

Se estima que en el año 2024 el 75% de las interacciones entre empresas y clientes se producirán a través de la tecnología. En un entorno cada vez más digital, las IT juegan un papel central en la operativa diaria de una startup, tanto si ésta tiene una orientación eminentemente digital como si no.

Desde la comunicación por medio de los canales digitales como redes sociales, hasta la automatización de procesos, la tecnología es el elemento que facilita la ejecución y escalabilidad del proyecto. Y más en un entorno en el que los desarrollos tecnológicos son más accesibles que nunca y ya no es necesario contar con grandes presupuestos para digitalizar la compañía. Su competitividad pasará en buena medida por su capacidad para integrar tecnología a su día a día y por las habilidades digitales del equipo.

Mentalidad y foco

Un emprendedor que no cree en sí mismo y en su proyecto está perdido desde antes incluso de empezar. Hay que estar muy mentalizado y dispuesto a trabajar muy duro, superando numerosos obstáculos y, la mayor parte del tiempo, sin ver la luz al final de túnel. Perseverancia, paciencia, resiliencia, tolerancia a la presión y capacidad de aprendizaje son cualidades que no tienen precio en un perfil emprendedor. 

Además, el empresario que cree en su proyecto y está dispuesto a luchar por él tiene una gran ventaja frente a su competencia. Porque ese convencimiento se contagia fácilmente a su entorno, lo que siempre es de gran utilidad a la hora de reclutar apoyos.

Otro de los secretos es la dedicación. Los responsables de la startup necesitan estar 100% concentrados en su proyecto, sin distracciones ni planes B que les saquen del objetivo. Tener foco consiste en estar plenamente presente en el momento actual, pero con la mirada puesta en el futuro y empezando a construir ese mañana desde el hoy y el ahora.

Naturalmente, el nuevo empresario necesita herramientas para no desviarse del rumbo trazado. Un plan bien estructurado y realista, flexibilidad para adaptarse y ajustar la estrategia a posibles imprevistos, capacidad de ejecución para implementar la hoja de ruta y capacidad de análisis y pensamiento crítico para aprender de los errores y seguir una política de mejora continua.

Profesionalización

Creer en uno mismo y poner foco es condición necesaria pero no suficiente para el triunfo. Y es que la mentalidad positiva no irá demasiado lejos sin conocimiento y capacidad para superar los continuos desafíos que, sí o sí, el mercado va a lanzar a la nueva startup.

El emprendedor deberá identificar muy buen cuáles son sus fortalezas y debilidades, y tratar de cubrir los gaps detectados. Se trata, en definitiva, de profesionalizar esa idea de negocio dotando al equipo del talento necesario para conseguir los objetivos. Podrá hacerlo contratando o proponiendo unirse al proyecto a los profesionales que tengan conocimiento y experiencia en ese campo que se quiere cubrir, o adquiriéndolo él mismo mediante formación.

Equipo

Hablando del equipo, ¿qué tipo de perfiles necesita una empresa recién constituida para triunfar? ¿Tiene que apostar principalmente por perfiles tecnológicos? ¿Es buena idea rodearse de gente joven que, además de ser nativos digitales, suelen tener un gran empuje y capacidad de aprendizaje?

No hay una única respuesta para esa pregunta, aunque en general es recomendable que en ese grupo humano se conciten una serie de talentos que hoy son imprescindibles en cualquier sector: habilidades de comunicación para que el trabajo sea fluido y generar modelos de relación con el cliente; mentalidad ‘marketiniana‘ para explorar y acceder al mercado; conocimientos de automatización de procesos e ingeniería de datos para convertir la información en conocimiento, y creatividad para generar contenido atractivo y resolver problemas de forma disruptiva.

En general, es difícil que todas esas cualidades se den en un único perfil, por lo que lo más recomendable es contar con un equipo diverso, multidisciplinal y con habilidades complementarias. ¿Por qué?  Sencillo: si todos los miembros de la plantilla responden a un mismo patrón o son réplicas de los fundadores la capacidad de esa startup para responder a situaciones distintas, nuevas o imprevistas será muy limitada.

Networking y alianzas

Por último, en los actuales entornos empresariales globales y conectados, una startup puede ser una insignificante gota de agua en medio del océano… o una poderosa ola capaz de llegar a cualquier rincón del planeta. Todo depende de la manera en que se plantee su forma de relacionarse con el entorno y el mercado.

La vieja premisa infantil del ‘solo no puedes, con amigos, sí’ está de plena vigencia en mundo del emprendimiento actual. Y es que tejer una red de alianzas con otros emprendedores, grandes compañías, universidades, organismos públicos y otras entidades es la mejor estrategia que puede adoptar una nueva empresa para crecer exponencialmente en alcance sin tener que hacerlo también en estructura o costes.

9 claves recogidas en este artículo y una más para completar la decena: APRENDE CÓMO ACCEDER AL MERCADO al que te diriges… porque ahí radica el mayor de los ‘secretos’, pero eso será para otro artículo futuro.

Fernando Botella, CEO de think&action para la revista Emprendedores