Fernando Botella, CEO de Think&Action
Me encanta trabajar con magos. Los que me conocen saben la fuerte conexión que me une a artistas que, como mi buen amigo y compañero Jorge Blass, y otros colegas suyos, hacen de la ilusión su modo de vida. Con Jorge tengo una relación profesional de más de 8 años ya, venida gracias a la conferencia compartida La Fuerza de la Ilusión, que empezó a circular por el mundo en el año 2008 y que nos llevó a escribir el libro del mismo título. Un proyecto con el que llevamos más de 400 conferencias impartidas por todo el mundo.
Muchos me preguntan por esa, a priori, extraña relación con los magos. ¿Qué tienen que ver mundos tan aparentemente dispares como son el de la empresa y el desarrollo profesional con la magia? Pues bien, ante esa pregunta cabe una única respuesta posible: ¡Tienen que ver muchísimo!
Intentaré explicarme mejor. Hace años descubrí que la magia es uno de los entornos que mejor plasman las necesidades, inquietudes y el día a día de una organización exitosa, y que ver desenvolverse en el escenario a un gran ilusionista es una de las mejores master class empresariales que uno pueda recibir. Aunque para ello es necesario eso sí, saber mirar y entender al mago.
Os pondré un ejemplo. ¿Cuál es una de las principales preocupaciones de la empresa actual? Cualquier gurú empresarial os dirá que la innovación continua como única vía para seguir siendo competitiva. Pues bien, esa es la base del trabajo de un mago: ser capaz de reinventarse permanentemente, de sorprender a su público con nuevos trucos, del mismo modo que la empresa ha de ser capaz de sorprender a los suyos con nuevos productos y servicios.
Otra cualidad de los magos con evidentes paralelismos en el mundo de la empresa es su capacidad para saber escuchar a la audiencia ante la que actúa y adaptarse a sus características. El encantador experto sabrá modular su actuación en función de si se dirige a una audiencia infantil, a un grupo de militares en misión en el extranjero o a los ancianos de una residencia. Además, es un hábil conversador que hace partícipe al público del espectáculo, lo cuida y lo integra en el show. Con ello consigue que se establezca un vínculo emocional que hace que todo fluya hasta el final de la representación y que perdura más allá de cuando se apagan las luces del auditorio. Esa capacidad para segmentar y para tender conexiones emocionales con los clientes es, ni más ni menos, el objetivo primordial hacia el que se vuelcan la mayoría de esfuerzos de marketing de las compañías.
Al igual que para las mejores empresas, la búsqueda de la excelencia es irrenunciable para cualquier mago que se precie. El truco se hace bien o no se hace. La práctica constante y el no tener miedo al trabajo duro y a los desafíos será para ambos el camino para alcanzarla.
Además, para que el truco sea creíble, el mago ha de ser el primero que se lo crea. ¿Cómo, si no, logrará que su público lo compre? Algo que tiene mucho que ver con la actitud frente al trabajo y la disposición mental con la que los profesionales afrontan los retos. El trabajo en equipo es también una virtud muy desarrollada en los profesionales de la magia, porque aunque son ellos quienes brillan en el escenario, saben que no serían nada sin la ayuda del equipo que les apoya entre bambalinas. Personifican un tipo de liderazgo consciente muy necesario en los entornos organizacionales de cualquier ámbito.
Por último, me gustaría compartir con vosotros una reflexión que suelo decirle a los líderes y empresarios con los que trabajo, y que sintetiza, en mi opinión, las claves de todo éxito empresarial. Y es recordaros que “la magia está en vuestras manos”.