Fernando Botella, CEO de Think&Action
¿Y si nos damos una sorpresa en septiembre?
Una de las principales razones por las que se nos hace tan duro regresar al trabajo después de las vacaciones de verano es por la sensación de volver a “lo de siempre”. Mismo trabajo, mismos compañeros, mismos jefes, mismas tareas repetitivas. La rutina es una de las mayores losas que atenaza al ser humano; nos produce la sensación de no avanzar, de estar inmovilizados en un circulo del que no nos resulta fácil salir. Es la peor enemiga de la motivación, alimento para la resignación y una temible depredador de carreras profesionales.
Muchas veces, ante esta perspectiva, le echamos la culpa a los demás. Es la empresa, con su funesta política de desarrollo de carrera, la que nos impide progresar; son los jefes, con su incorregible ceguera, los que son incapaces de ver nuestro enorme potencial aunque lo tengan delante; son los colegas de trabajo, incompetentes y perezosos, los que nos hacen la cama y terminan logrando que parezcamos tan mediocres como ellos. Estos son los factores que, según nuestra manera de ver las cosas, hacen que esa vuelta al trabajo le resulte intolerable.
Bastaría con que saliéramos de esa posición victimista, en la que todo parece una confabulación contra nuestra persona, para que empezáramos a ver las cosas de otra forma. Porque aunque es posible que algunas de esas desventuras sean reales, los principales responsables de nuestra carrera profesional seguimos siendo nosotros mismos. Somos los profesionales los que tenemos en nuestra mano cambiar, si no todas, si parte de esas cosas que nos insatisfacen de nuestra carrera. Y hasta que no nos demos cuenta de ello y asumamos esa responsabilidad, no nos pondremos en movimiento para provocar que cambien las cosas.
Además, no hace falta que esos cambios sean una revolución. Se puede empezar por algo sencillo. Por ejemplo, ¿qué tal si en septiembre somos nosotros los que nos salimos de la rutina y probamos a hacer algo de una manera diferente? Por ejemplo, dejar de pensar que ya lo sabemos todo y formarnos en esa tecnología en la que nuestra empresa está empezando a hacer proyectos. O aprovechar nuestra experiencia y ofrecernos como mentor de los recién llegados. O dar un paso al frente y solicitar el liderazgo de un proyecto en lugar de permanecer cómodamente instalados en la retaguardia o esperando a que nos lo den. O, simplemente, dejar de poner cara compungida y de lamentarnos por lo mal que nos trata el mundo y buscar la manera en la que nosotros podemos ayudar al mundo y, de paso, a nuestra carrera.
¿Qué te parece? ¿Nos damos una sorpresa en septiembre?